sábado, 4 de febrero de 2012

MARCO CONCEPTUAL

E l término Bullying es un anglicismo que designa el proceso de intimidación hacia otro dentro de los centros de estudios, con el beneplácito del grupo. Conducta que por su creciente importancia es materia de estudio entre pedagogos, psicólogos, educadores y algunos padres de familia. Se trata de un maltrato físico y psicológico, de acuerdo a consultas realizadas en planteles educativos, cerca del 20% de alumnos entre los 9 y los 14 años, aceptó haber sido víctima de intimidación, insultos y humillaciones, inclusive existen referencias de abuso sexual.

Esta forma de violencia incide negativamente y contamina el ambiente escolar, afecta el desempeño de alumnos y profesores, envilece las relaciones y genera consecuencias que van desde forzar a que la víctima abandone la escuela hasta llevarla a cometer el suicidio.

La amenaza o Bullying, como conducta violenta ha aumentado, no puede abstraerse del ambiente que nos rodea y la carencia de valores de nuestro sistema pedagógico. Su importancia y daños a la sociedad ha motivado sea tratada en varios artículos publicados en este mismo diario ante una manifestación que ha cobrado víctima mortales en estudiantes de Estados Unidos, Europa y en nuestro país, donde no se conoce con precisión si el elevado número de suicidios en la población adolescente sea consecuencia de algún tipo de hostigamiento dentro del ámbito escolar.

La mayoría de las veces, este problema se distingue cuando el educando tiene cambios de humor, extrema irritabilidad, llanto ante la menor provocación, insomnio, manifiesta de dolor físico, vómitos; se observan señas en el cuerpo de maltrato o de caídas ante los cuales se niega a explicar sus causas. Evita socializar, muestra abandono en su persona y pertenencias. Una clara evidencia de la acentuación del problema es cuando expresa temor de ingresar o salir del colegio sin la compañía de adultos de su confianza.

Los profesores se encuentran en una posición que les posibilita conocer esta patología desde sus inicios. Al ser espectadores del aislamiento del alumno, de su descalificación por su aspecto físico o forma de conducirse, por el uso de apodos y en algunos casos, al recibir quejas de las víctimas, sin desconocer que a menudo se utilizan formas menos evidentes como el robo de sus pertenencias, risas y mensajes en lugares visibles o por Internet.

Cuando existen algunas de estas evidencias, la víctima suele alejarse de los demás, se encierra e incomunica, su desempeño escolar ofrece enormes variantes, se suma a la queja de los padres ante su resistencia por asistir al colegio. Este cuadro es indicativo de la urgencia de acercarse al agredido, estimularlo a verbalizar su sufrimiento, exhortarlo a buscar atención profesional o bien la cercanía de algún adulto que despierte su confianza y le ofrezca ayuda para afrontar el problema del que no tiene la menor culpa.

Es fundamental también otorgar atención a él o los victimarios, que a la vez confirman con su conducta que demandan de la ayuda psicológica que logre revelar la génesis de su agresividad, les explique los efectos del Bullying que no sólo lastima física y emocionalmente al receptor, sino que lo puede conducir a la muerte. La desatención de quienes lo practican podría agravar su peligrosidad y posteriormente orientar su vida por los caminos de la delincuencia, con las escasas probabilidades de readaptación social que hasta ahora ofrece nuestro anquilosado sistema correccional.

Desde un enfoque legal la Organización de las Naciones Unidas reconoce que existe un vacío, son pocos los países que tienen leyes que prohíben expresamente el castigo corporal en la escuela, de tiempo atrás ejerce presión para crear un marco legal que garantice sean respetados los derechos de la infancia; la integridad física, psicológica y social en los ámbitos de enseñanza así como la necesidad de establecer políticas públicas de prevención.

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